miércoles, 17 de abril de 2013

Agresividad y conducta violenta


Hay que empezar aclarando que un niño puede ser agresivo, sin ser 
violento, aún cuando estos dos aspectos están íntimamente relacionados. 
Podríamos decir que la agresividad es una actitud y la violencia es una
conducta. Hay miradas o gestos agresivos que no acaban en una pelea o en una 
acción violenta. La pelea es la conducta violenta que manifiesta una agresividad no 
controlada. 
También hay que mencionar que la actitud agresiva (de fastidio o de 
malestar) ante algo que deseamos y que por las causas que sea, no conseguimos,
se puede considerar natural y sana. Eso implica que sentimos de forma correcta, 
que nos interesa conseguir ese objeto o llegar a esa meta y tenemos una 
disposición para lograrlo. El problema aparece cuando no “admitimos” ese 
impedimento y desarrollamos una conducta negativa (violenta) para conseguirlo.
No hay que olvidar cuando se analiza una conducta violenta la influencia que 
ejercen estos factores: 
- la carga genética.
- la edad en la que se produce la conducta violenta.
- los modelos de influencia.
- el consumo de sustancias.
- la falta de reflexión. 
- el no aprendizaje de habilidades correctas para la resolución de 
conflictos.
- la percepción errónea de la comunicación o acciones de los demás.
- que haya ocurrido cualquier hecho traumático.
- Lesiones neurológicas.
Independientemente de estos factores, podemos decir que la conducta 
agresiva posee 2 componentes principales: la frustración y la defensa.
La frustración adaptativa es la capacidad de asumir, psicológicamente, de forma 
correcta que no podemos conseguir algo, o hacerlo en el momento que lo 
deseamos.
Un niño con poca tolerancia a la frustración mostrará una actitud agresiva para 
conseguir su objetivo; a menos tolerancia a la frustración mas agresividad y por lo 
tanto, mayor probabilidad de desarrollar una conducta violenta. 
Ejemplo: la pataleta ante un juguete que no se le compra. La pataleta de un niño 
con baja tolerancia a la frustración será mas intensa que la de un niño que tolere 
mejor la frustración. Es más fácil que los niños con baja tolerancia desarrollen una 
conducta violenta: pegar, insultar, autolesionarse, tirar cosas, etc.
Por otro lado, el componente defensivo de una situación determinará también la 
intensidad de esa actitud agresiva. 
Si el niño percibe una orden, una norma o una petición como ofensiva (que le 
“ataca”) su actitud agresiva y posible respuesta violenta estará determinada como 
defensa ante esa “agresión”: pegar, insultar, romper cosas, etc. También hay que 
aclarar que la defensa ante una agresión es una respuesta natural (instintiva) de
protección. El problema surge cuando se utiliza la violencia como respuesta ante 
algo que no es un “ataque” o lo hago de manera desproporcionada.Ejemplo 1: cuando un niño desea un juguete y los padres deciden no comprárselo 
aparece la actitud agresiva: una mirada de rabia o tensión corporal, (por ejemplo) 
y la conducta violenta: insultar, pegar, etc. 
En este caso podemos decir que aparece una conducta violenta donde el principal 
factor que la provoca seria la poca tolerancia a la frustración seguida, en 
menor medida, por el componente defensivo, es decir los padres son los 
“malos” por que me quieren fastidiar y “atacan” al niño por que no le quieren 
comprar ese juguete. Se podría establecer un porcentaje de influencia mayor del 
primer factor frustrante sobre el defensivo. Por lo general, esta preponderancia es 
habitual en la infancia mas que en la adolescencia. 
Ejemplo 2: cuando a un adolescente no le dejan salir mas tarde de la hora 
asignada. La percepción de que lo hacen para fastidiarle y que no le dejan salir mas 
tiempo porque no les da la gana hace que el factor defensivo adquiera mas 
importancia que el de la frustración ya que se ve en muchas ocasiones a los padres 
como “enemigos” que le impiden hacer algo por que les fastidia verle disfrutar. 
Siendo el componente de la frustración en este caso secundario. El factor defensivo, 
en líneas generales, es mayor en la adolescencia que en la infancia.
Control de la conducta violenta
Este control vendría principalmente determinado por el manejo adecuado de estos 
2 factores. Hay que analizar cual de los 2 es el que mas influye en la conducta 
violenta en concreto para abordarlo en primer término. Es decir, si vemos que esa 
conducta tiene como factor principal el defensivo conseguiremos que disminuya, 
la agresividad, creando una situación en la que el niño o adolescente no se sienta 
“atacado”.
Si el factor principal, en cambio, es el de la frustración, eliminaremos la conducta 
violenta creando una mayor tolerancia a la frustración y asimilación correcta de esa 
pauta o norma.
Los niños o adolescentes con buena tolerancia a la frustración y que 
analizan correctamente la comunicación o la situación y no se “sienten 
atacados”, de forma general solo reflejan, ante un deseo no satisfecho, 
una conducta agresiva de baja intensidad o adaptativa, como puede ser la 
tensión corporal, las miradas agresivas, verbalizaciones poco intensas 
(“vaya rollo”) etc., pero es muy poco probable que desarrollen finalmente 
una conducta violenta.
Por lo tanto para el control de la conducta violenta habrá que argumentar y aclarar 
de forma natural y sincera (siempre teniendo en cuenta: la edad, su nivel de 
comprensión, etc.) porque no se le permite hacer eso en concreto que le hemos 
dicho, para que vaya asumiendo mejor la frustración que supone el no conseguir su 
deseo. Es importante hacerlo desde el inicio de la infancia (a partir de los 2 años) 
ya que es a esta edad donde empiezan a poner a prueba los límites educativos 
familiares.
Con el factor defensivo habrá que actuar de manera que el niño o adolescente no 
sienta que lo que se dice o lo que se le pide es un ataque hacia él y del que, por lo 
tanto, se tiene que defender. Cuando eliminamos el factor defensivo eliminamos la 
sensación de que se tiene que defender. 
Aunque como todo no es fácil, pero cuando se practica y se mejora suele ser una 
herramienta muy eficaz. 

Violencia contra la mujer.


Datos y cifras

- La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.

- En un estudio multipaís de la OMS, el 15%-71% de las mujeres de 15 a 49 años refirieron haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida.

- Estas formas de violencia pueden dar lugar a problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva y otros problemas de salud, y aumentar la vulnerabilidad al VIH.

- Entre los factores de riesgo de comisión de actos violentos cabe citar un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber sufrido maltrato infantil o haber presenciado escenas de violencia en la familia, el uso nocivo del alcohol, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.

- Entre los factores de riesgo de ser víctima de la pareja o de violencia sexual figuran un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber presenciado escenas de violencia entre los progenitores, la exposición a maltrato durante la infancia, y actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.

- En entornos de ingresos altos, hay ciertos indicios de la eficacia de los programas escolares de prevención de la violencia de pareja (o violencia en el noviazgo) entre los jóvenes.

- En los entornos de ingresos bajos, aparecen como prometedoras otras estrategias de prevención primaria, como la microfinanciación unida a la formación en igualdad de género y las iniciativas comunitarias dirigidas contra la desigualdad de género o tendentes a mejorar la comunicación y las aptitudes para las relaciones interpersonales.

- Las situaciones de conflicto, posconflicto y desplazamiento pueden agravar la violencia y dar lugar a nuevas formas de violencia contra las mujeres.


Introducción

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".
La violencia de pareja se refiere al comportamiento de la pareja o ex pareja que causa daño físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el maltrato psicológico y las conductas de control.
La violencia sexual es cualquier acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de su relación con la víctima, en cualquier ámbito. Comprende la violación, que se define como la penetración, mediante coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano con el pene, otra parte del cuerpo o un objeto.

Alcance del problema

  • Las estimaciones más precisas de la prevalencia de la violencia de pareja y la violencia sexual en entornos sin conflictos son las proporcionadas por encuestas poblacionales basadas en el testimonio de las víctimas. En un estudio de la OMS sobre la salud de la mujer y la violencia doméstica contra la mujer (WHO multi-country study on women’s health and domestic violence against women) realizado en 10 países, en su mayoría en desarrollo, se observó que en las mujeres de 15 a 49 años:
  • entre el 15% de ellas en el Japón y el 70% en Etiopía y el Perú referían haber sufrido a lo largo de su vida violencia física o sexual perpetrada por su pareja;
  • entre un 0,3% y un 11,5% referían haber sufrido violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja después de cumplidos 15 años;
  • la primera experiencia sexual había sido forzada en muchos casos (17% en la Tanzanía rural, 24% en el Perú rural, y 30% en zonas rurales de Bangladesh).
  • La violencia de pareja y la violencia sexual son perpetradas en su mayoría por hombres contra mujeres y niñas. El abuso sexual infantil afecta a niños y niñas. En los estudios internacionales realizados, aproximadamente el 20% de las mujeres y el 5%-10% de los hombres refieren haber sido víctimas de violencia sexual en la infancia.
  • Los estudios poblacionales sobre la violencia en las relaciones entre los jóvenes («violencia en el noviazgo») indican que este problema afecta a una proporción considerable de la población joven. Por ejemplo, en un estudio realizado en Sudáfrica entre personas de 13 a 23 años, el 42% de las mujeres y el 38% de los hombres refirieron haber sido víctimas de violencia física en el noviazgo.
  • Factores de riesgo
  • Los factores de riesgo de violencia de pareja y violencia sexual son de carácter individual, familiar, comunitario y social. Algunos se asocian a la comisión de actos de violencia, otros a su padecimiento, y otros a ambos. Entre los factores de riesgo de ambas, violencia de pareja y violencia sexual, se encuentran los siguientes:
  • un bajo nivel de instrucción (autores de violencia sexual y víctimas de violencia sexual);
  • la exposición al maltrato infantil (autores y víctimas);
  • la experiencia de violencia familiar (autores y víctimas);
  • el trastorno de personalidad antisocial (autores);
  • el uso nocivo del alcohol (autores y víctimas);
  • el hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de infidelidad en la pareja (autores);
  • las actitudes de aceptación de la violencia (autores y víctimas).
  • Entre los factores asociados específicamente a la violencia de pareja cabe citar:
  • los antecedentes de violencia (autores y víctimas);
  • la discordia e insatisfacción marital (autores y víctimas).
  • Y entre los factores asociados específicamente a la violencia sexual destacan:
  • la creencia en el honor de la familia y la pureza sexual;
  • las ideologías que consagran los privilegios sexuales del hombre, y
  • la levedad de las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.
  • La desigualdad de la mujer con respecto al hombre y el uso normativo de la violencia para resolver los conflictos están estrechamente asociados tanto a la violencia de pareja como a la violencia sexual ejercida por cualquier persona.
  • Consecuencias para la salud
  • La violencia de pareja y la violencia sexual producen a las víctimas supervivientes y a sus hijos graves problemas físicos, psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y a largo plazo, y tienen un elevado costo económico y social.
  • Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general. En algunos casos se producen traumatismos, a veces mortales.
  • La violencia de pareja y la violencia sexual pueden ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos, e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH. La violencia de pareja durante el embarazo también aumenta la probabilidad de aborto espontáneo, muerte prenatal, parto prematuro y bajo peso al nacer.
  • Estas formas de violencia pueden ser causa de depresión, trastorno de estrés postraumático, insomnio, trastornos alimentarios, sufrimiento emocional e intento de suicidio.
  • La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo en fases posteriores de la vida. Asimismo se asocia a la comisión (en el hombre) y el padecimiento (en la mujer) de actos de violencia.
  • Repercusión en los niños
  • Los niños que crecen en familias en las que hay violencia pueden sufrir diversos trastornos conductuales y emocionales. Estos trastornos pueden asociarse también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases posteriores de su vida.
  • La violencia de pareja también se ha asociado a mayores tasas de mortalidad y morbilidad en los menores de 5 años (por ejemplo, por enfermedades diarreicas y malnutrición).

Costos sociales y económicos

Los costos sociales y económicos de este problema son enormes y repercuten en toda la sociedad. Las mujeres pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas y ver menguadas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos.

Prevención y respuesta

En la actualidad hay pocas intervenciones cuya eficacia se haya demostrado mediante estudios bien diseñados. Son necesarios más recursos para reforzar la prevención de la violencia de pareja y la violencia sexual, sobre todo la prevención primaria, es decir, para impedir que se produzca el primer episodio.
Respecto a la prevención primaria, hay algunos datos correspondientes a países de ingresos altos que sugieren que los programas escolares de prevención de la violencia en las relaciones de noviazgo son eficaces. No obstante, todavía no se ha evaluado su posible eficacia en entornos con recursos escasos. Otras estrategias de prevención primaria que se han revelado prometedoras pero deberían ser evaluadas más a fondo son por ejemplo las que combinan la microfinanciación con la formación en materia de igualdad de género, las que fomentan la comunicación y las relaciones interpersonales dentro de la comunidad, las que reducen el acceso al alcohol y su uso nocivo, y las que tratan de cambiar las normas culturales en materia de género.
Para propiciar cambios duraderos, es importante que se promulguen leyes y se formulen políticas que protejan a la mujer; que combatan la discriminación de la mujer y fomenten la igualdad de género, y que ayuden a adoptar normas culturales más pacíficas.
Una respuesta adecuada del sector de la salud puede ser de gran ayuda para la prevención de la violencia contra la mujer y la respuesta consiguiente. La sensibilización y la formación de los prestadores de servicios de salud y de otro tipo constituyen por tanto otra estrategia importante. Para abordar de forma integral las consecuencias de la violencia y las necesidades de las víctimas y supervivientes se requiere una respuesta multisectorial.

Contra la violencia de genero


jueves, 4 de abril de 2013

¡Crear conciencia!


Cómo prevenir la violencia.


Estas estrategias pueden ayudar a contrarrestar los factores de riesgo de violencia.Estimular los factores "protectores"Algunos de los factores protectores que pueden contrarrestar el impacto negativo de los factores de riesgo asociados con la violencia son:Características individuales
  • Cociente intelectual alto, temperamento flexible y adaptable, personalidad llevadera, disfrutar de las interacciones sociales. Teniendo factores de riesgo similares, las niñas son mucho menos propensas a tornarse violentas que los varones.
Vínculos personales 
  • Las relaciones fuertes y positivas con familiares, maestros u otros adultos pueden lograr que los jóvenes sientan que alguien tiene interés y se preocupa por ellos.
Adultos con creencias saludables y estándares claros
  • Los adultos pueden servir de modelo y demostrarle al joven que es posible tener éxito en la vida sin recurrir a la violencia.
Intervenciones al nivel individual
  • Acercarse a los estudiantes y mostrar un interés positivo en ellos.
  • Proveer acceso a tutores o mentores en la escuela o en los negocios, organizaciones de servicio, universidades o iglesias locales.
  • Ofrecer empleo a tiempo parcial u oportunidades de trabajo voluntario.
  • Estimular a los estudiantes a participar en actividades recreativas para jóvenes auspiciadas por la escuela o la comunidad, o en esfuerzos colaborados contra la violencia juvenil.
Estrategias de la escuelaPara crear un ambiente escolar seguro es necesario que se demuestre respeto, comunicación y responsabilidad mutua hacia los que nos rodean día a día. Un ambiente escolar positivo le brinda a los jóvenes herramientas necesarias para manejar los conflictos en formas no violentas. Las siguientes son algunas maneras de facilitar la creación de este tipo de ambiente:
  • Programas de consejería y para el manejo del coraje.
  • Programas de mediación y resolución de conflictos.
  • Un sistema confidencial que le permita a los jóvenes alertar al personal escolar sobre sus preocupaciones con relación a sus compañeros. Es importante recalcar la diferencia entre ser un "soplón" y proteger su seguridad.
  • Intervenciones de alcohol y drogas para los jóvenes y sus familias.
  • Enlaces con las agencias que le sirven a jóvenes y con las agencias policíacas en la comunidad.
  • Horario escolar extendido para actividades recreativas organizadas, cuido de niños, etc.
  • Clases sobre las destrezas de cómo ser buenos padres.
  • Centros de crisis localizados en la escuela con personal profesional que pueda trabajar con los jóvenes violentos. El centro también puede ser utilizado como un lugar para calmarse o "enfriarse".
  • Un equipo de crisis que incluya maestros, administradores y otro personal escolar.
  • Ofrecerle a todo el personal escolar adiestramientos sobre el manejo de jóvenes violentos.
  • Vigilancia por guardias y personal escolar.
  • Padres que trabajen como guardianes o asistentes de maestros.
  • Códigos de disciplina y vestimenta.
  • Políticas de cero tolerancia.
  • El Plan de Manejo de Incidentes debe incluir un Plan de Respuesta Después del Incidente.
  • Debe haber personal de Salud Mental disponible para ofrecer consultas y consejería a los jóvenes, al personal escolar y a la comunidad inmediatamente después de una crisis y al acercarse las fechas de aniversario.
  • Deben establecerse redes de ayuda mutua para los jóvenes que hayan sobrevivido una crisis y sus familiares.
Estrategias a nivel del distrito escolarLos códigos de disciplina deben revisarse periódicamente y cumplir con las leyes federales, estatales y locales de educación. Es muy importante que las consecuencias se ajusten a la violación. Por ejemplo, puede usarse un estilo disciplinario de "sanciones progresivas". Las políticas de detención, suspensión y expulsión deben ser revisadas y claramente definidas para que el código de disciplina se haga cumplir de manera consistente, firme y justa.

Tipos de violencia.

Violencia física.- Acto de agresión intencional, repetitivos, en el que se utilice alguna parte del cuerpo, algún objeto, arma o sustancia para sujetar, inmovilizar o causar daño a la integridad física de su contraparte, encaminado hacia su sometimiento y control.
Se puede expresar a través de:
Descuido físico
  1. Sujeción (control)
  2. Lesiones con puño, mano o pie
  3. Lesiones con objetos
  4. Golpes
  5. Ingestión forzada de drogas o bebidas alcohólicas
  6. Mutilaciones y deformaciones
  7. Quemaduras con líquidos o cigarros
  8. Privación de alimentos
  9. Sobrealimentación


Violencia psicológica.- Se liga a patrones de conducta que consisten en omisiones y actos repetitivos, cuyas formas de expresión pueden ser prohibiciones, coacciones, condicionamientos, intimidaciones, amenazas, actitudes devaluatorias, de abandono y que provoquen en quien las recibe, deterioro, disminución o afectación de la estructura de su personalidad.
Algunas expresiones de maltrato psico emocional son:
  1. Aislamiento
  2. Controlar a través del miedo gritar indiferencia
  3. Humillar
  4. Pobre o nula estimulación emocional
  5. Rechazo
  6. Irrespetar los sentimientos
  7. Negligencia
  8. Abandono







Violencia sexual
.- Está ligada a un patrón de conducta consistente en omisiones y actos repetitivos, que pueden expresarse a través de: negar la satisfacción de las necesidades sexo-afectivas, la inducción a la realización de prácticas sexuales no deseadas o que generen dolor, practicar la celotipia para el control, manipulación o dominio de la pareja y que generen daño.

Comprenden actos como:
  1. Manoseos
  2. Hostigamiento sexual
  3. Violación
  4. Forzar a ver o presenciar actos con carga sexual






Violencia económica
Se expresa en patrones de conducta vinculadas a controlar a alguien haciéndola económicamente dependiente. Incluye el control y manejo del dinero, las propiedades y, en general, de todos los recursos de la familia. En la mayoría de los casos por lo general se da por parte del hombre.
Algunas manifestaciones de este tipo de violencia son:
Hacer que la persona receptora de violencia tenga que dar explicaciones cada vez que necesite dinero, ya sea para uso de la familia o del suyo propio.
  1. Dar menos dinero necesario, a pesar de contar con liquidez
  2. Inventar que no hay dinero para gastos que la persona considera importantes.
  3. Gastar sin consultar con la mujer cuando el hombre quiera algo o considera que es importante.
  4. Disponer del dinero de la persona afectada (sueldo, herencia, etc.)
  5. Que el hombre tenga a su nombre las propiedades derivadas del matrimonio.
  6. Privar de vestimenta, comida, transporte o refugio.

¿Qué es la violencia?


La violencia es el tipo de interacción humana que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, provocan, o amenazan con hacerlo, un daño o sometimiento grave (físico, sexual o psicológico) a un individuo o una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus potencialidades presentes o las futuras.
Se trata de un concepto complejo que admite diversas matizaciones dependiendo del punto de vista desde el que se considere; en este sentido, su aplicación a la realidad depende en ocasiones de apreciaciones subjetivas.
El elemento esencial en la violencia es el daño, tanto físico como psicológico. Este puede manifestarse de múltiples maneras (por ejemplo, los estímulos nocivos de los que depende) y asociado igualmente, a variadas formas de destrucción: lesiones físicas, humillaciones, amenazas, rechazo, etc.
Es destacable también el daño (en forma de desconfianza o miedo) sobre el que se construyen las relaciones interpersonales, pues está en el origen de los problemas en las relaciones grupales, bajo formas como la polarización, el resentimiento, el odio, etc., que, a su vez, perjudica las redes sociales y de comunidad.
Otro aspecto de la violencia que hay que tener en cuenta es que no necesariamente se trata de algo consumado y confirmado; la violencia puede manifestarse también como una amenaza sostenida y duradera, causante de daños psicológicos quienes la padecen y con repercusiones negativas en la sociedad.
En otro orden de cosas, cuando la violencia es la expresión contingente de algún conflicto social puede darse de manera espontánea, sin una planificación previa minuciosa.
La violencia puede además ser justa o injusta; legítima o ilegítima; encubierta o abierta; estructural o individual.
Es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psicológicos a otros seres, y se asocia, aunque no necesariamente, con la agresión física, ya que también puede ser psicológica, emocional o política, a través de amenazas, ofensas o acciones. Algunas formas de violencia son sancionadas por la ley o por la sociedad, otras son crímenes. Distintas sociedades aplican diversos estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no son aceptadas.
Por norma general, se considera violenta a la persona irrazonable, que se niega a dialogar y se obstina en actuar pese a quien pese, y caiga quien caiga. Suele ser de carácter dominantemente egoísta, sin ningún ejercicio de la empatía. Todo lo que viola lo razonable es susceptible de ser catalogado como violento si se impone por la fuerza.
Existen varios tipos de violencia, incluyendo el abuso físico, el abuso psíquico y el abuso sexual. Sus causas pueden variar, las cuales dependen de diferentes condiciones, como las situaciones graves e insoportables en la vida del individuo, la falta de responsabilidad por parte de los padres, la presión del grupo al que pertenece el individuo (lo cual es muy común en las escuelas) y el resultado de no poder distinguir entre la realidad y la fantasía.